¿Qué pensarías de alguien que decía que eras sus ojos y ahora evita la mirada?
Pero yo ya no pienso nada.
Sabemos que será un día corto, lleno de compromisos y rituales que se repiten año tras año, como una costumbre que ya ni cuestionamos.
Es de noche todavía. El cielo, perezoso, no muestra ni un atisbo de luz.
Entonces lo veo.
Un niño, muy pequeño, de apenas dos o tres años, camina solo por la calle con paso tranquilo. Pijama de muñecos, descalzo y con chupete.
Después de una larga pausa, regreso a este espacio que durante muchos años fue hogar para mis pensamientos y reflexiones.
Durante el tiempo que no he estado, me he dedicado a otros proyectos personales y profesionales que requerían toda mi atención y que muchos fueron una consecuencia directa de este blog y de su antecesor En aquella isla solitaria.